martes, 28 de junio de 2016

Revocatorio: Mi firma robada





En 2016 cuando la recolección de firmas para el revocatorio del régimen chavista represivo, incapaz y corrupto, mi firma de apoyo y la de tres familiares más fueron robadas. Ni siquiera aparecimos como firmantes. De hecho eso es solo un grano de arena, centenas de conocidos me comentarón lo mismo.

Jorge Rodríguez en una burla cruel al pueblo, acusó o denunció que hubo fraude en la recolección de las firmas por el revocatorio, y esto lo hizo con descaro, hipocresía y cinismo. El ladrón gritó “Al ladrón”.

Todo está inmoralidad ética (valga la redundancia)  que día a día  practica la élite chavista me lleva a recordar aquellos años, de mis 20, de los años universitarios donde una izquierda idealista, de la que formaba parte, decía iba a cambiar el país para bien. Aquellos años en los que sacábamos de nuestro bolsillo para emitir un periódico, o ayudar en algún evento; aquellos días en la que dábamos y no robábamos, que pedíamos libertad y no la quitábamos, que pedíamos no al militarismo y no lo imponíamos, que decíamos No a la Censura y no la implantábamos, que gritábamos Libertad para los presos políticos y no los encarcelábamos ni los reteníamos en sus celdas y en su tortura.  Hoy la izquierda totalitaria de la mano de Chávez, del partido militar y de una comparsa de civiles mínima ha destruido económicamente y peor aun, espiritualmente a este país que amamos.

Recuerdo mucho una foto de un Jorge Rodríguez niño, al lado de su madre vestida de luto, en el cementerio, por la muerte de su padre; era una foto que aparecía en aquel periódico de la Liga Socialista Basirruque, era una foto triste. Quien diría que ese niño transformó su dolor en odio y replica de maldad. 

Decía el historiador británico judío Tony Judt que haber sufrido injusticias no obligaba a generar el mismo dolor en otros pueblos. Esto lo mencionaba el escritor ingles por el maltrato que él percibía del estado de Israel para con el pueblo palestino. Jorge Rodríguez pasará a la historia como un hombre cruel y cínico, insensible al sufrimiento del pueblo y causante del mismo.

La soberbia del poder, la insensibilidad ante la dignidad del pueblo, al que se le amenaza con su despido y con el hambre que eso implica, no puede ser permitida por un pueblo y una sociedad que quiera andar por la senda de la prosperidad, la productividad, la equidad y la libertad.

Recuerdo que vote contra la constitución del 99 porque convertía al presidente en el jefe máximo de las fuerzas armadas, que evidentemente siendo Chávez militar llevaría a la larga a una dictadura de los militares sobre los civiles con la comparsa mínima de títeres civiles que todo régimen militar necesita.   

Recuerdo también que en el 2002 cuando el golpe militar y la huelga petrolera confronte estas acciones porque se alejaban del juego democrático, acciones que de hecho le entregaron en bandeja de plata un ejército aun democrático y una PDVSA aun meritocrática y  eficiente a un Chávez reforzado que las liquido y las transformo en compañeros de saqueo. En esa época hubo soberbia de las élites de PDVSA que amenazaron a los que no estaban de acuerdo con esas acciones. Pero peor fue la venganza chavista que se cebó con los empleados, obreros y los cargos medios de PDVSA a los que persiguieron con inclemencia. De hecho un buen amigo, muy buen profesional, y poco dado a la participación política fue despedido luego de su salida de PDVSA de SINCOR y luego de SIDOR, solo por el hecho de estar en la lista negra. Otro amigo me comentaba como uno de esos militares que colocaron en puestos medios de PDVSA lo amenazaba, con pasmosa tranquilidad, con vetarlo en todo el país en toda empresa o institución del estado. Esa maldad, especie de Peste se ha propagado por todo el cuerpo chavista y ha enfermado el país de una manera nunca antes conocida. 

La élite chavista perdió la sensibilidad social y solo prevalece en ella el apego al poder y al dinero que este conlleva; no importa el costo ni el daño ni la ética que ello requiera. El chavismo perdió “la medida” tan amada por los griegos. Su comportamiento ha sido atroz con los ciudadanos, con el pueblo humilde. La perdida de "la medida" conlleva usualmente a la tiranía, cosa ya clara en Venezuela.

En la peste como en la basura los que prosperan son los gusanos y las alimañas. El hombre honesto, trabajador, emprendedor, justo y libre perece poco a poco.

De alguna manera las Pestes ceden y los Gusanos no aguantan la limpieza, la transparencia, el orden, el respeto, la dignidad y la libertad.

Venancio Loval
 

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