domingo, 7 de mayo de 2017

Mi Padre el Comerciante. Como la democracia permite que los hombres vivan con dignidad.



Mi padre desde pequeño le gustó el comercio. Me comentaba que unos de sus primeros negocios fue ir a comprar hielo a una ciudad cercana a donde vivía para utilizarlo para las fiestas patronales del pueblo, estaba muy joven y se fue con un amigo con un arreo de burros a comprar hielo. El transporte lo harían de noche para evitar que el calor derritiera los bloques de hielo que se envolvían en decenas de hojas de plátanos. El negocio fue un éxito, se perdió algo del hielo pero la mayoría llegó.

Así como esa historia mi padre contaba muchas, ya que era un emprendedor nato, fabricaba brillantina y el mismo la envasaba, preparaba perfumes, producía aceite de alcanfor y de almendras, y otras series de productos que fabricaba según receta de unos libros de química que atesoraba en la casa. 

Mi padre toda la vida fue comerciante (además de poeta), compraba y vendía, elaboraba productos y vendía, pero también era un rebelde. Siempre a contracorriente del poder, siempre un trabajador que no dependió de ningún gobierno de turno sino de su esfuerzo. Con Medina Angarita, con Pérez Jiménez, con los Adecos, pudo trabajar en su comercio. A todos los enfrentó pero siempre pudo ejercer su trabajo, a veces con contratiempos, a veces perseguido por un tiempo, pero pudo trabajar y tener prosperidad, y mantener una familia grande y extensa.

Si mi padre vivíera hoy, no podría hacer el comercio que tanto amaba, tal vez estuviese preso por mandar para el carajo a cualquier militar que quisiera extorsionarlo, y que le evitara transportar su mercancía. 

El respeto a la libertad de la gente, a su libre emprendimiento, a la propiedad ganada con trabajo y esfuerzo, dignifica al hombre y lo potencia, más aún en un ambiente de libertad, de respeto a los que disienten, y de alternancia democrática.

Estoy convencido que la libertad económica del ciudadano respecto al poder del gobierno es lo que permite crear nuevas ideas, estimular el emprendimiento, la creatividad. Es lo que hace que un pueblo sea luchador, tenga rebeldía e ingenio. Le fortalece la dignidad, hace que no se amilane, y defienda la libertad ante todo opresor. 

A eso es a lo que le teme la élite chavista, y por eso  pretende destruir completamente la libertad de emprender y de crecer con esfuerzo propio.

Hoy ante la tragedia del país me llegaron estos recuerdos de mi padre, que muy poco lo acompañé en su trabajo, solo al final, cuando aún seguía cargando, ahora un poco menos, su camión de medicinas, de radios, de su brillantina, sus perfumes, sus aceites, sus bolígrafos; de pilas, cuadernos, sacapuntas, lápices, borradores, escuadras, peines  y de una miríada de cosas que mi padre hacia llegar hasta esos pueblos lejanos y a esos caseríos perdidos. Y eso lo hacía en este clima tropical tan duro que tenemos, en la época que no existía el aire acondicionado. 

Cuantos niños estudiaron con los cuadernos y lápices que vendía mi padre, cuantos oyeron noticias, música, escucharon las novelas en las radios que vendía mi padre, cuantos se curaron con las medicinas que dejaba,... Todo un servicio social y económico a esas comunidades por un hombre que amaba su trabajo  y que nunca esperó nada del gobierno.

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