sábado, 24 de enero de 2015

Como se destruyó la pequeña empresa venezolana exportadora de Servicios de Tecnología.






En 1993 trabajaba en Venezuela en una pequeña empresa de tecnología de la información que hacia servicio a Colombia, México, Curazao y Brasil. Venezuela en ese momento era sede de Oracle Andina, Microsoft Andina, Sun Microsystems, etc. De hecho de Caracas salían los especialistas que iban a capacitar a nuestros vecinos en telecomunicaciones, bases de datos y otras áreas.

Empresas como en la que trabajaba en aquellos tiempos, que tenían entre 8 y 15 especialistas, habían varias en país; lograban traer ingresos en dólares y proveerle un buen trabajo a varias familias. En esa época no existía CADIVI y estábamos aun en el Pacto Andino.


Un primer factor que favoreció la destrucción la pequeña empresa de exportación de servicios de tecnología Venezolana fue la creación de CADIVI el 5 de febrero de 2003. Todo cambiaría y para mal. El gobierno no solo creaba un mecanismo de asignación de divisas sino que hizo el procedimiento de acceder a el, engorroso y poblado de decenas de solvencias cuya obtención solo se lograba pagando las comisiones que exigían para entregarlas. Erá normal que una empresa, digamos de solo diez trabajadores que estuviese completamente solvente en Ley Habitacional, Seguro Social, INCE, Solvencia Laboral, nunca recibiera la solvencia que solicitaba a tiempo. En nuestro caso, la solvencia habitacional tardo un año y medio en salir. Las solvencias del Seguro Social nunca estaban al día y habían trabajadores que tenían años desde que se habían ido de una empresa, con todo pago según la ley, y aun así seguían registrados como empleados activos de esa empresa en el Seguro Social. Por esta razón empresas con este problema tenían que pagar el seguro social de personas que no eran sus empleados para conseguir la emisión de la solvencia del SSO. La corrupción del bosque de requisitos llevo al extremo de obligar a pequeñas empresas a tener dos empleados nada más para lidiar con el manejo de esa burocracia corrupta. Finalmente aquellos que no tenían músculo financiero para pagar las fuertes comisiones exigidas por los funcionarios público y sus agentes externos hicieron imposible a estas pequeñas empresas sobrevivir en el mercado exterior, cediendo sus espacios a empresas de Colombia y México. Por esta época el lobby árabe tenía una estructura completamente engrasada y conectada con el chavismo que le facilitaba el proceso de la obtención de la inscripción en CADIVI para importar, de modo que en cosa de 3 a 4 meses el importador tenia su registro de CADIVI listo. Mientras que a las pequeñas empresas de tecnología que trabajaban en el exterior se les negó esa inscripción aun siendo sus montos en dólares mucho menor que los que solicitaban las empresas importadoras. De hecho CADIVI obligaba a reconvertir a la tasa oficial hasta el 90% de lo exportado lo que hacía el negocio de exportación inviable.

Un segundo factor que contribuyó fuertemente a la destrucción de la pequeña y mediana empresa de tecnología de la información con servicios en el exterior fue la salida del Pacto Andino el 19 de abril de 2006 cuando el presidente, Hugo Chávez, anunció durante una reunión efectuada en Asunción, Paraguay, la salida de la CAN como consecuencia directa de los perjuicios inmediatos que le causarían los Tratados de Libre Comercio (TLC) firmados por Colombia y Perú con Estados Unidos. Esta acción inconsulta con los sectores productivos fue otro factor importante en la destrucción de la pequeña empresa nacional de tecnología. El Pacto Andino era un grupo económico basado en economías medianas Venezuela, Colombia, y Peru, un poco mas pequeña la del Ecuador, y la mas chica la economía de Bolivia  En este Pacto, Venezuela era protagonista junto con Colombia, y de hecho la Industria planificó en función de esta integración. Por esa razón, por ejemplo la Colgate producía la crema dental para todo el Pacto Andino en un país determinado, Baxter los sueros e inyectables, Laboratorios Vargas producía para Bristol Myers, Merck y otros para el mercado andino. Igual sucedia con la Quaker en Venezuela que producía por ejemplo Gatorade para el Pacto Andino. Así mismo los medios audiovisuales internacionales como las empresas internacionales de Tecnología de la información instalaron en Caracas sus sedes principales andinas. 

La salida del Pacto Andino golpeó fuertemente a la empresa nacional con visión exportadora, redujo el mercado y bajo la producción. Algunas empresas bajaron notablemente  la producción o simplemente dejaron de producir algunos productos. Algunas farmacéuticas cerraron líneas de producción que hoy nos hacen falta. En fin, la supeditación de la economía del país a un antojo primitivo ideológico del chavismo echó por la borda infraestructura de manufactura, un mercado ya funcionando y ganado, y fundamentalmente miles de puestos de trabajo de manera irresponsable para ingresar a un Mercosur donde tomaríamos el papel de punta de cola de ratón, con un gigante Brasil, y un peso mediano Argentina. En este mercado, más político que económico, la perspectiva era, y en la práctica se ratificó, ser un país netamente importador. La salida del Pacto Andino cerró un área de negocios importante donde Venezuela como líder en tecnología de la Información en esa época tenía mucho que buscar. La salida ocasiono que las sedes andinas se trasladaran a Bogotá y por tanto que Venezuela perdiera el liderazgo en el sector.

Si tu país no te acompaña es difícil que otros países lo hagan. El tercer y cuarto factor tiene que ver más con el manejo de los negocios hacia dentro del país, pero terminan de afectar también a las empresas de exportación de servicios de tecnología de la información. 

Un tercer Factor importante fue el software libre, que fue más una acción política anti capitalista que una decisión racional y pensada. Venezuela en esos años quizás era uno de los países con más personal formado y bien calificado en aplicaciones y programas comerciales. Se despreció totalmente esa realidad y se usó el software libre como un mecanismo político para asignarle a dedo y en completa opacidad negocios a países socios del régimen como Cuba y Uruguay, y a personalidades o grupos oportunistas de otros países como España y Argentina. De modo que todo ese conocimiento que se había desarrollado en el país, hablamos de gente, quedo abruptamente desplazado por un plan de software libre mal estructurado y pensado más para favorecer a extranjeros y a oportunistas nacionales que para fomentar la empresa Venezolana de Tecnología de la Información

El cuarto factor tiene que ver con los procesos de nacionalización que se transformaron también en una expropiación a las pequeñas empresas  y en un cierre de mercado. Por alguna razón todos los proveedores anteriores, a menos que fueran significativos, eran reemplazados por otros basados en razones políticas, clientelares o nepotistas; por otro lado las facturas pendientes no fueron pagadas fundamentalmente cuando el monto era pequeño o razonablemente mediano. La nacionalización de SIDOR por ejemplo ocasionó que la nueva administración no pagara ciertas facturas con montos de 40, 60, o 100 millones de aquella época. El esfuerzo y el costo de cobrar hacían a veces preferible optar por desistir de hacerlo. Estas pérdidas en muchos casos debilitaban la salud financiera de estas empresas. 

El quinto factor que pone ya el RIP a la pequeña empresa exportadora de servicios de Tecnología, es la destrucción del sistema de transporte aéreo internacional. Salir de Caracas para dar servicios al exterior se ha convertido desde el 2014 en algo complicado y costoso. De hecho la falta de confianza de las empresas de tecnología mundial han desplazado a la gran mayoría de sus especialistas que atienden al mercado latinoamericano fuera de Venezuela, ya que no hay la infraestructura aérea necesaria y se debilita fuertemente las telecomunicaciones con el exterior. El año pasado la emigración de centenas de especialistas venezolanos tuvo que ver con esa situación. Sin una integración aérea efectiva, regular, a costos razonables, y sin una infraestructura de telecomunicaciones eficiente no se puede desarrollar una empresa exportadora de servicios. 

Además como colofón del asunto, el país se visualiza desde afuera como un régimen atrapado en un pasado absolutista y totalitario que no merece confianza ni ofrece garantía alguna. Si el ministro venezolano de Industrias dice que el ISO 9000 es propaganda del imperio, y que no tiene fundamento científico ni productivo; no  podemos esperar que  empresarios y gobiernos del exterior piensen de otra manera. 
  
Venancio Loval

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