viernes, 14 de julio de 2017

La Hora Cero. La Hora del Bravo Pueblo

En estos días, en estos meses nos estamos decidiendo el futuro de todo un país, estamos en un camino que ya se ha bifurcado y peor aún vamos por el sendero equivocado, de dictadura, de pobreza, de explotación, de falta de libertades y de atraso. Pero el sendero correcto, mas amable, democrático, de libertad, aún esta a la vista y muy cercano. Solo necesitamos fortaleza, decisión y sacrificio para alcanzarlo. No hay otra oportunidad, la constituyente dictatorial chavista es el fin de toda democracia, y de toda posibilidad de salir a flote y vivir una vida digna.

Maduro y sus secuaces nos amenazan todos los días con guerra y muerte, si no aceptamos sumisamente y en paz su dictadura atroz. Pero su amenaza ya es realidad, han asesinado a mas de 150 venezolanos en estos últimos 2 años, han reprimido, encarcelado, ingresado a las casas, destruido carros de ciudadanos que protestan, han militarizado el país, en fin si lo que hay no es guerra de un gobierno armado hasta los dientes contra un pueblo desarmado, entonces que es ¿Paz?

Yo me niego, y cientos de miles, millones de venezolanos nos negamos, a que nos roben la vida, las oportunidades, el futuro, la esperanza y la dignidad. Y si la Guerra Civil que ya existe contra un pueblo desarmado recrudece, no podemos hacer nada, solo seguir protestando, resistiendo y enfrentando a los dictadores.

En un cuento de Jorge Luis Borges "El Sur" hay un extracto que refleja algo nuestra situación actual:


El compadrito de la cara achinada se paró, tambaleándose. A un paso de Juan Dahlmann, lo injurió a gritos, como si estuviera muy lejos. Jugaba a exagerar su borrachera y esa exageración era otra ferocidad y una burla. Entre malas palabras y obscenidades, tiró al aire un largo cuchillo, lo siguió con los ojos, lo barajó e invitó a Dahlmann a pelear. El patrón objetó con trémula voz que Dahlmann estaba desarmado. En ese punto, algo imprevisible ocurrió.
Desde un rincón el viejo gaucho estático, en el que Dahlmann vio una cifra del Sur (del Sur que era suyo), le tiró una daga desnuda que vino a caer a sus pies. Era como si el Sur hubiera resuelto que Dahlmann aceptara el duelo. Dahlmann se inclinó a recoger la daga y sintió dos cosas. La primera, que ese acto casi instintivo lo comprometía a pelear. La segunda, que el arma, en su mano torpe, no serviría para defenderlo, sino para justificar que lo mataran. Alguna vez había jugado con un puñal, como todos los hombres, pero su esgrima no pasaba de una noción de que los golpes deben ir hacia arriba y con el filo para adentro. No hubieran permitido en el sanatorio que me pasaran estas cosas, pensó. 
-Vamos saliendo- dijo el otro.

Estamos desarmados y la mayoría del venezolano aborrece la violencia y las armas, pero un régimen que adora la violencia  y disfruta con la muerte y el sometimiento, nos provoca, nos maltrata, se nos encima, nos lanza con soberbia un puñal que nunca hemos usado y nos invita a matarnos si no aceptamos humillarnos y someternos a la perdida de libertad y esperanza.

Hay momentos en la vida, que hay que decidir que hacer con tu vida. Si vale la pena vivirla en paz miserable, humillante y sin esperanza, o arriesgarla por los tuyos y los otros, por un futuro digno.

Para ello no se requiere algo especial, el hombre durante toda su historia se ha enfrentado a tiranias y momentos críticos . En Termopilas, en Stalingrado, en Constantinopla, en la Bastilla, ... el hombre ha tenido que decidir que hacer: huir, someterse o luchar.

En fin, se acabo el camino, ya no son validas dudas y titubeos. Habrá que enfrentar nuestros demonios y nuestros temores. De ello depende que patria, y fundamentalmente que calidad de vida tendremos.

El miedo a la Violencia de los Injustos no puede detener la protesta pacífica.

La Alemania Nazi, Corea del Norte, Cuba, la URSS y los países de Europa Oriental muestran lo que cuesta la indolencia, la sumisión, la indiferencia, el no hacer nada. Sus pobres pueblos han sido encerrados, por sus dictadores, por decenas de años en la profundidad de la pobreza, la desesperanza y la sumisión.

La protesta pacífica en la calle, como por ejemplo: las demostraciones cívicas de los derechos civiles en Estados Unidos, o del pueblo alemán durante la caída del muro de Berlín, del pueblo polaco  con el sindicato solidaridad, así como las protestas masivas de Argentina y Perú contra la irresponsabilidad en el manejo de la economía de Argentina y los atropellos caudillescos de Fujimori; son una forma de demostrar en la calle el descontento de una sociedad que se ve humillada, perseguida y acorralada por un régimen totalitario.

En todos los países donde el pueblo se levantan con fortaleza y dignidad las dictaduras son derrotadas.

Mientras más activa este la sociedad haciendo respetar sus derechos  más problemas tendrá el régimen para imponer su modelo totalitario.

Mientras más protesta pacífica en la calle, más rebeldía, más posibilidades que dentro de la propia dictadura estallen las contradicciones que favorezcan el retorno a la democracia.

La razón, la decencia, la virtud y el espíritu esta de nuestro lado, del lado de ellos están solo la sed de poder, las armas, las apetencias de corruptos, la soberbia y el cinismo.

No podemos quedaremos congelados en la injusticia y en los sinsabores, ni condenarnos a vivir por decenas de años en una pesadilla de servidumbre y pobreza.

A derrotar el miedo y el chantaje de la dictadura.

La desobediencia y el no acatamiento de las ordenes de las dictaduras, la dañan y la destruyen.

Es hora del Bravo Pueblo que decidirá con su actitud si habrá tranquilidad, estabilidad, paz, libertad, productividad, justicia y sueños para nosotros y las generaciones futuras.

No podemos permitir que lo peor nos gobierne, siempre hay esperanza, las pestes siempre ceden, esta cederá.




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