domingo, 6 de marzo de 2011

Ante la Muerte.

Hay un libro de poemas de Benedetti, INVENTARIO, un poemario sobre las cosas pasadas y presentes que nos importan cuando ya uno esta viejo. Ayer murió Lina Ron. mujer humilde venezolana, luchadora, que tuvo reconocimiento nacional. Que escribia, cosa contradictoria en el Nuevo País, periódico siempre acusado de derecha. Mujer sin pelos en la lengua, que decía lo que pensaba y se enfrentaba a especialistas en la adulación y las trampas del poder como Mario Silva. Al oir la noticia, a mi, que tengo casi la misma edad que Lina Ron me da por reflexionar.

Lina Ron ha muerto y en teoría tenemos una revolución.

Reflexiono. Siempre luchamos por la libertad de manifestación y nos enorgulleciamos de nuestra protesta firme ante el poder, ante gobernadores y militares. Hoy por ley preparada por el gobierno revolucionario no podemos protestar ni a un militar ni a un funcionario público, por cosas de prisión y otros sinsabores.

Ayer luchabamos por la libertad de opinión, la libertad de crítica contra el poder establecido. Hoy esa disidencia es traición, y es castigada con ostracismo y veto en trabajo y existencia.

Ayer, luchabamos contrar el poder capitalista de familias que toman el poder económico por años y siglos. Hoy jefes y que !revolucionarios!, se apoderan del estado, de sus instituciones, de sus empresas para formar logias familiares y amiguistas que execran y castigan a cualquiera que disienta o desagrade al enquistado en el poder.

No combatiamos capitalistas para crear burócratas, dueños del poder y de la riqueza del país por años y siglos, reelección ilimitada. Seguiremos combatiendo a aquellos que usan la etérea representación del pueblo para justificar su permanencia en el poder toda la vida. Aquellos que usan el pueblo para enriquecerse y crear una realeza revolucionaria. Que hablan siempre de colectivo pero que dependen de un líder y un partido que nunca cambia y nunca son colectivos.

Hoy la noche es oscura, la soberbia de un hombre cambia la bandera, el escudo, el nombre del país. Persigue como esa NADA de la Historia Sin Fin que va cubriendo todo. Los oportunistas y bandidos de toda época se disfrazan de revolucionarios y bajo la egida del soberbio líder del proceso destruyen la fe y la esperanza de un pueblo que quiere un cambio honesto, limpio. Un cambio realmente revolucionario, donde no sustituyamos un rey por otro, sino que engendre un país donde todo su colectivo participe en su futuro y no dependamos de una logia militar por todos conocida como corrupta y autoritaria. 

Hoy, tal vez como Pocaterra, como Enrique Bernardo Nuñez, como Briceño Irragorry, tengo esperanza que este país sea gobernado por civiles para su pueblo civil, y que esa bota militar que siempre nos ha aprisionado o nos ha limitado, se pierda como un recuerdo perverso del pasado.

Venancio Loval 

No hay comentarios:

Publicar un comentario