Mi padre desde pequeño le gustó el comercio. Me
comentaba que unos de sus primeros negocios fue ir a comprar hielo a una ciudad
cercana a donde vivía para utilizarlo para las fiestas patronales del pueblo, estaba muy joven y se fue con un amigo con un arreo
de burros a comprar hielo. El transporte lo harían
de noche para evitar que el calor derritiera los bloques de hielo que se envolvían
en decenas de hojas de plátanos. El negocio fue un éxito, se perdió algo del
hielo pero la mayoría llegó.
Así como esa historia mi padre contaba muchas, ya
que era un emprendedor nato, fabricaba brillantina y el mismo la envasaba,
preparaba perfumes, producía aceite de alcanfor y de almendras, y otras series
de productos que fabricaba según receta de unos libros de química que atesoraba en la casa.
Mi padre toda la vida fue comerciante (además de poeta), compraba
y vendía, elaboraba productos y vendía, pero también era un rebelde. Siempre a
contracorriente del poder, siempre un trabajador que no dependió de ningún
gobierno de turno sino de su esfuerzo. Con Medina Angarita, con Pérez
Jiménez, con los Adecos, pudo trabajar en su comercio. A todos los enfrentó pero
siempre pudo ejercer su trabajo, a veces con contratiempos, a veces perseguido
por un tiempo, pero pudo trabajar y tener prosperidad, y mantener una familia
grande y extensa.
Si mi padre vivíera hoy, no podría hacer el
comercio que tanto amaba, tal vez estuviese preso por mandar para el carajo a cualquier
militar que quisiera extorsionarlo, y que le evitara transportar su mercancía.
El respeto a la libertad de la gente, a su libre emprendimiento, a la propiedad ganada con trabajo y esfuerzo, dignifica al hombre y lo potencia, más aún en un ambiente de libertad, de respeto a los que disienten, y de alternancia democrática.
El respeto a la libertad de la gente, a su libre emprendimiento, a la propiedad ganada con trabajo y esfuerzo, dignifica al hombre y lo potencia, más aún en un ambiente de libertad, de respeto a los que disienten, y de alternancia democrática.
Estoy convencido que la libertad económica del ciudadano respecto al poder del
gobierno es lo que permite crear nuevas ideas, estimular el emprendimiento, la creatividad. Es lo que hace que un pueblo sea luchador, tenga rebeldía e ingenio. Le fortalece la dignidad, hace que no se amilane,
y defienda la libertad ante todo opresor.
A eso es a lo que le teme la élite chavista, y
por eso pretende destruir completamente
la libertad de emprender y de crecer con esfuerzo propio.
Hoy ante la tragedia del país me llegaron estos
recuerdos de mi padre, que muy poco lo acompañé en su trabajo, solo al final, cuando
aún seguía cargando, ahora un poco menos, su camión de medicinas, de radios, de
su brillantina, sus perfumes, sus aceites, sus bolígrafos; de pilas, cuadernos,
sacapuntas, lápices, borradores, escuadras, peines y de una miríada de cosas que mi padre hacia
llegar hasta esos pueblos lejanos y a esos caseríos perdidos. Y eso lo hacía en
este clima tropical tan duro que tenemos, en la época que no existía el aire acondicionado.
Cuantos
niños estudiaron con los cuadernos y lápices que vendía mi padre, cuantos
oyeron noticias, música, escucharon las novelas en las radios que vendía mi
padre, cuantos se curaron con las medicinas que dejaba,... Todo un servicio
social y económico a esas comunidades por un hombre que amaba su trabajo y que nunca esperó nada del gobierno.
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