En 1993 trabajaba en Venezuela en una pequeña empresa
de tecnología de la información que hacia servicio a Colombia, México, Curazao
y Brasil. Venezuela en ese momento era sede de
Oracle Andina, Microsoft Andina, Sun Microsystems, etc. De hecho de Caracas salían
los especialistas que iban a capacitar a nuestros vecinos en telecomunicaciones,
bases de datos y otras áreas.
Empresas como en la que trabajaba en aquellos tiempos, que tenían entre 8 y 15 especialistas, habían varias en país; lograban traer ingresos en dólares
y proveerle un buen trabajo a varias familias. En esa época no existía CADIVI y
estábamos aun en el Pacto Andino.
Un primer factor que favoreció la destrucción la
pequeña empresa de exportación de servicios de tecnología Venezolana fue la creación de CADIVI el
5 de febrero de 2003. Todo cambiaría y para mal. El gobierno no solo creaba un mecanismo
de asignación de divisas sino que hizo el procedimiento de acceder a el,
engorroso y poblado de decenas de solvencias cuya obtención solo se lograba
pagando las comisiones que exigían para entregarlas. Erá normal que una empresa, digamos de solo diez trabajadores que estuviese completamente solvente en Ley Habitacional, Seguro Social, INCE, Solvencia Laboral, nunca recibiera la
solvencia que solicitaba a tiempo. En nuestro caso, la solvencia habitacional
tardo un año y medio en salir. Las solvencias del Seguro Social nunca estaban al
día y habían trabajadores que tenían años desde que se habían ido de una empresa,
con todo pago según la ley, y aun así seguían registrados como empleados activos de esa empresa en el Seguro Social. Por esta razón empresas con este problema tenían que pagar el seguro social de personas que no eran sus empleados para conseguir la emisión de la
solvencia del SSO. La corrupción del bosque de requisitos llevo al extremo de obligar a pequeñas empresas a
tener dos empleados nada más para lidiar con el manejo de esa burocracia
corrupta. Finalmente aquellos que no tenían músculo financiero para pagar las
fuertes comisiones exigidas por los funcionarios público y sus agentes externos
hicieron imposible a estas pequeñas empresas sobrevivir en el mercado exterior,
cediendo sus espacios a empresas de Colombia y México. Por esta época el lobby
árabe tenía una estructura completamente engrasada y conectada con el chavismo
que le facilitaba el proceso de la obtención de la inscripción en CADIVI para
importar, de modo que en cosa de 3 a 4 meses el importador tenia su registro de CADIVI listo. Mientras que a las pequeñas empresas de
tecnología que trabajaban en el exterior se les negó esa inscripción aun siendo
sus montos en dólares mucho menor que los que solicitaban las
empresas importadoras. De hecho CADIVI obligaba a reconvertir a la tasa oficial
hasta el 90% de lo exportado lo que hacía el negocio de exportación inviable.
Un segundo factor que contribuyó fuertemente a la destrucción de la
pequeña y mediana empresa de tecnología de la información con servicios en el
exterior fue la salida del Pacto Andino el 19 de abril de 2006 cuando el presidente, Hugo Chávez, anunció durante
una reunión efectuada en Asunción, Paraguay, la salida de la CAN como
consecuencia directa de los perjuicios inmediatos que le causarían los Tratados
de Libre Comercio (TLC) firmados por Colombia y Perú con Estados Unidos. Esta
acción inconsulta con los sectores productivos fue otro factor importante en la
destrucción de la pequeña empresa nacional de tecnología. El Pacto Andino era
un grupo económico basado en economías medianas Venezuela, Colombia, y Peru, un poco mas pequeña la del Ecuador, y la mas chica la
economía de Bolivia En este Pacto, Venezuela era
protagonista junto con Colombia, y de hecho la Industria planificó en
función de esta integración. Por esa razón, por ejemplo la Colgate producía la
crema dental para todo el Pacto Andino en un país determinado, Baxter los sueros e
inyectables, Laboratorios Vargas producía para Bristol Myers, Merck y otros para el mercado andino. Igual sucedia con la Quaker en Venezuela que producía por ejemplo Gatorade para el Pacto Andino. Así mismo los medios audiovisuales internacionales
como las empresas internacionales de Tecnología de la información instalaron en
Caracas sus sedes principales andinas.
La salida del Pacto Andino golpeó
fuertemente a la empresa nacional con visión exportadora, redujo el mercado y
bajo la producción. Algunas empresas bajaron notablemente la producción o simplemente dejaron de
producir algunos productos. Algunas farmacéuticas cerraron líneas de producción
que hoy nos hacen falta. En fin, la supeditación de la economía del país a un
antojo primitivo ideológico del chavismo echó por la borda infraestructura de
manufactura, un mercado ya funcionando y ganado, y fundamentalmente miles de
puestos de trabajo de manera irresponsable para ingresar a un Mercosur donde tomaríamos
el papel de punta de cola de ratón, con un gigante Brasil, y un peso mediano
Argentina. En este mercado, más político que económico, la perspectiva era, y
en la práctica se ratificó, ser un país netamente importador. La salida del Pacto Andino
cerró un área de negocios importante donde Venezuela como líder en tecnología
de la Información en esa época tenía mucho que buscar. La salida ocasiono que
las sedes andinas se trasladaran a Bogotá y por tanto que Venezuela perdiera el
liderazgo en el sector.
Si tu país no te acompaña es difícil que otros países lo hagan. El tercer
y cuarto factor tiene que ver más con el manejo de los negocios hacia dentro
del país, pero terminan de afectar también a las empresas de exportación de servicios
de tecnología de la información.
Un tercer Factor importante fue el software libre, que fue más una acción política anti capitalista
que una decisión racional y pensada. Venezuela en esos años quizás era uno de
los países con más personal formado y bien calificado en aplicaciones y
programas comerciales. Se despreció totalmente esa realidad y se usó el
software libre como un mecanismo político para asignarle a dedo y en completa
opacidad negocios a países socios del régimen como Cuba y Uruguay, y a
personalidades o grupos oportunistas de otros países como España y Argentina.
De modo que todo ese conocimiento que se había desarrollado en el país,
hablamos de gente, quedo abruptamente desplazado por un plan de software libre
mal estructurado y pensado más para favorecer a extranjeros y a oportunistas
nacionales que para fomentar la empresa Venezolana de Tecnología de la
Información
El cuarto factor tiene que ver con los procesos de nacionalización que se transformaron también en una
expropiación a las pequeñas empresas y en
un cierre de mercado. Por alguna razón todos los proveedores anteriores, a
menos que fueran significativos, eran reemplazados por otros basados en razones políticas, clientelares o nepotistas; por otro lado las
facturas pendientes no fueron pagadas fundamentalmente cuando el monto era
pequeño o razonablemente mediano. La nacionalización de SIDOR por ejemplo
ocasionó que la nueva administración no pagara ciertas facturas con montos de
40, 60, o 100 millones de aquella época. El esfuerzo y el costo de cobrar hacían a veces
preferible optar por desistir de hacerlo. Estas pérdidas en muchos casos
debilitaban la salud financiera de estas empresas.
El quinto factor que pone ya el RIP a la pequeña empresa exportadora
de servicios de Tecnología, es la destrucción del sistema de transporte aéreo internacional.
Salir de Caracas para dar servicios al exterior se ha convertido desde el 2014
en algo complicado y costoso. De hecho la falta de confianza de las empresas de
tecnología mundial han desplazado a la gran mayoría de sus especialistas que
atienden al mercado latinoamericano fuera de Venezuela, ya que no hay la
infraestructura aérea necesaria y se debilita fuertemente las
telecomunicaciones con el exterior. El año pasado la emigración de centenas de
especialistas venezolanos tuvo que ver con esa situación. Sin una integración aérea
efectiva, regular, a costos razonables, y sin una infraestructura de
telecomunicaciones eficiente no se puede desarrollar una empresa exportadora de
servicios.
Además como colofón del asunto,
el país se visualiza desde afuera como un régimen atrapado en un pasado absolutista
y totalitario que no merece confianza ni ofrece garantía alguna. Si el ministro
venezolano de Industrias dice que el ISO 9000 es propaganda del imperio, y que no tiene fundamento
científico ni productivo; no podemos esperar
que empresarios y gobiernos del exterior
piensen de otra manera.
Venancio Loval